“Ahora sé por qué lloráis, pero es algo que yo nunca podré hacer”
TERMINATOR
Ayer trabajé hasta tarde. Tuve una reunión y pasó con creces la hora de cenar. Subida en el coche, de regreso, vi a una de las mujeres que había asistido andando sola. Esto no es relevante, si no fuera porque iba con andador y tenía una pierna con un aparato ortopédico. Paré y me ofrecí a acompañarla a su casa. Aceptó. Y cuando la dejé en su portal, lloró. Dijo que se sentía sola, que todo el mundo tenía su vida, acelerada, rápida y, ahora que ella había tenido que parar la suya, había empezado a ser devorada por ese monstruo. La SOLEDAD.
Nacemos solos y morimos solos, le dije emulando a quien lo dijera antes que yo. Seguro que pensó que era una pedante.
El sábado salí de BARES y, a unos metros, en la misma barra en la que yo me divertía, un chico joven lloraba amargamente con su amigo. Una BORRACHERA de emociones.
Le dije a mi amiga, no demasiado bajo: “Por favor, que no lloré más”. Alguien, que escuchaba sin permiso, se giró y me preguntó si es que los hombres no podían llorar. “Claro que pueden, igual que las mujeres, pero… ¿en la barra de un bar?”. Qué tontería, si es donde mejor se llora, ya lo cantó MANÁ.
TERMINATOR
Ayer trabajé hasta tarde. Tuve una reunión y pasó con creces la hora de cenar. Subida en el coche, de regreso, vi a una de las mujeres que había asistido andando sola. Esto no es relevante, si no fuera porque iba con andador y tenía una pierna con un aparato ortopédico. Paré y me ofrecí a acompañarla a su casa. Aceptó. Y cuando la dejé en su portal, lloró. Dijo que se sentía sola, que todo el mundo tenía su vida, acelerada, rápida y, ahora que ella había tenido que parar la suya, había empezado a ser devorada por ese monstruo. La SOLEDAD.
Nacemos solos y morimos solos, le dije emulando a quien lo dijera antes que yo. Seguro que pensó que era una pedante.
El sábado salí de BARES y, a unos metros, en la misma barra en la que yo me divertía, un chico joven lloraba amargamente con su amigo. Una BORRACHERA de emociones.
Le dije a mi amiga, no demasiado bajo: “Por favor, que no lloré más”. Alguien, que escuchaba sin permiso, se giró y me preguntó si es que los hombres no podían llorar. “Claro que pueden, igual que las mujeres, pero… ¿en la barra de un bar?”. Qué tontería, si es donde mejor se llora, ya lo cantó MANÁ.
Luego nos hicimos amigos, al menos por una noche.
Las LÁGRIMAS ajenas me incomodan, las mías también.
Las LÁGRIMAS ajenas me incomodan, las mías también.
Anoche no podía dormir, mucha emoción mal gestionada y una mente, caprichosa, que se acordó de aquella tarde.
En la puerta del instituto me esperaba mi novio. Ese chico mayor que me encantaba que viniera a recogerme, y que lo vieran. Pero su visita no era para que nos sentáramos en aquel parque a… pasar el rato, tenía otro plan. Me dejó, y no lloré. Acabé en casa de esa amiga que en realidad no lo era tanto. “Te voy a poner música”. Pero puso CAMELA. Entonces sí que me entraron ganas de llorar.
La mujer sola durmió un poco mejor, las lágrimas ejercen ese poder curativo cuando las dejas salir a pasear. También lo debió hacer el chico del bar. También lo hice yo aquella noche del 96.
PD. “Hoy sólo quedan lágrimas para llorar. No hay que llorar, ¡silencio!”
Imagen MujerLlorando CryingGirl de #RoyLichtenstein
#AntonioMachado #LeyendoHastaQueTodoAcabe
En la puerta del instituto me esperaba mi novio. Ese chico mayor que me encantaba que viniera a recogerme, y que lo vieran. Pero su visita no era para que nos sentáramos en aquel parque a… pasar el rato, tenía otro plan. Me dejó, y no lloré. Acabé en casa de esa amiga que en realidad no lo era tanto. “Te voy a poner música”. Pero puso CAMELA. Entonces sí que me entraron ganas de llorar.
La mujer sola durmió un poco mejor, las lágrimas ejercen ese poder curativo cuando las dejas salir a pasear. También lo debió hacer el chico del bar. También lo hice yo aquella noche del 96.
PD. “Hoy sólo quedan lágrimas para llorar. No hay que llorar, ¡silencio!”
Imagen MujerLlorando CryingGirl de #RoyLichtenstein
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Leyendo Hasta Que Todo Acabe 
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